lunes, 5 de julio de 2010

La venganza.

En ocasiones, a la población se le muestra de forma meridiana y clara, el porqué de las cosas.

Al mundo occidental le quedó muy claro el porqué de los ataques a Nueva York (EE.UU),  Madrid (España) y Londres (Reino Unido),  ocurridos entre el 11 de Septiembre de 2001 y el 7 de Julio de 2005. Esos ataques fueron obra de terroristas islámicos, y fueron consecuencia directa de la invasión de Iraq por tropas de los tres países.

En 2003, el mundo fue informado de una reunión llevada a cabo en el archipiélago de Azores, entre los 3 dirigentes políticos de los tres países, en la que afirmaron la presencia de armas de destrucción masiva en poder de Sadam Hussein, y su propósito de salvar al mundo de tal amenaza.


Si accedemos al buscador Google en consulta web (en español) sobre "atentados islamistas" a fecha de escribir ésto, la primera respuesta que aparece es una entrada de wikipedia española sobre los atentados del 11 de Marzo de 2004, en la que puede leerse un amplio y variado razonamiento sobre la hipótesis islamista, que abarca desde una coordinación de los ataques, hasta la numerología. Ésa información en la wikipedia española, sirve de referente a las posiciones oficiales sobre los crímenes del 11 de Marzo. Puede observarse, por ejemplo, que no tienen reparo en afirmar que Jamal Zougam vendió el terminal hallado en el interior de una bolsa depositada en una comisaría de policía, pese a que ni siquiera el sumario o la sentencia contemplan que hiciera tal cosa.


El efecto óptico de aquellos ataques quedó reflejado en forma de las torres del World Trade Center, los vagones de Cercanías Renfe de Madrid, y un autobús londinense.

Las imágenes del Pentágono o de la zona rural de Pensilvania donde cayeron sendos aviones, apenas sobreviven en la red, cuesta encontrarlas y tienen mala calidad y nula información.

Los vagones reventados de cercanías de Madrid pueden verse todavía en algún lugar de la red.

Y del ataque en Londres sobrevive apenas la imagen del double-decker reventado en Tavistock Square.


Pero sin embargo, hay cosas que no parecen tener tanta claridad ni ser tan diáfanas.

Una de las que suscitan más comentarios es que en una guerra contra el imperialismo, los ataques sean tan espaciados a lo largo de 4 años y que no se hayan repetido, pese a que la supuesta causa de los ataques (presencia de tropas en Iraq) sigue existiendo, incluso ya extendida a Afganistán. Sobre todo cuando los ataques suicidas son postulados como fruto de la desesperación de los grupos terroristas islamistas, ante la ocupación militar y extranjera de su tierra.

En el caso de Madrid, no se entiende muy bien algunas diferencias inexplicables con los atentados de Nueva York o Londres, máxime cuando se afirma que la causa de los ataques fue la misma.

La más evidente de ésas diferencias, sin duda, es la ausencia de suicidas en los ataques con explosivo a los trenes de Madrid. Los islamistas, por contra, se aseguraron bien la retirada utilizando no retardadores, sino temporizando las explosiones.
Hubieron de pasar 23 días y mediar un cerco policial de casi 8 horas para que una parte de los terroristas islamistas decidiera suicidarse; y aún no debían tener todos ellos el mismo interés en suicidarse, como hace suponer el  hecho de que dos de los cadáveres apareciesen con cinturón de explosivos aunque sin detonador, que otros dos apareciesen protegidos tras un colchón,  o que un quinto terrorista islamista escapase al suicidio y al acoso policial, poniendo pies en polvorosa, y renunciando a su encuentro con las huríes.
Sin contar con la actitud de Jamal Zougam, que lejos también de tener interés en ir a reunirse con las huríes, prefirió permanecer vendiendo teléfonos y tarjetas en su locutorio de Lavapiés o acudiendo a su gimnasio habitual, esperando pacientemente a que la policía fuera a detenerle.

 
Otra diferencia que promueve singularidad es el hecho de que en los atentados de Nueva York o Londres, ninguno de los terroristas islamistas y suicidas fuese confidente ni del FBI ni de la CIA, ni del NIS, ni de Scotland Yard, ni del MI5 ni del MI6, ni de la policía de Nueva York ni de Londres, porque VEINTIOCHO de los imputados en España eran confidentes del CNP, de la Guardia Civil o del CNI. De hecho, hasta la fecha no ha trascendido que los medios para los atentados de Nueva York o Londres fuesen facilitados a los terroristas por confidentes policiales, como en el caso de España.

Y si se considera el orbe mundial, el de España fue el único caso de suicidas que no sólo demoraron el suicidio 23 días, o se olvidaron los detonadores o salieron por piernas, o se escondieron tras un colchón, sino que es el único caso del mundo en el que ¡¡se suicidan siete para asesinar a uno!!.

Lo cierto es que aunque la invasión de Iraq y Afganistán no sólo no ha terminado sino que ha aumentado (el Nobel de la Paz acaba de pedir 30.000 soldados más), y los islamistas suicidas terroristas parece que se han olvidado de sus reivindicaciones, los occidentales tenemos mucho miedo del nuevo Tío del Saco, del nuevo Coco: Osama Ben Laden.
Ahora nos hemos vuelto más sumisos y obedientes. Ya somos capaces de viajar desnuditos en avión... siempre que el Sistema lo considere necesario "por nuestra seguridad", ya que tenemos la seguridad que de no obedecer, el Coco se nos llevará. ¿O no?.

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