miércoles, 6 de febrero de 2013

El InGenio de la Botella

Una cosa es reconocer a un ingenioso en época de crisis, otra reconocer a un bucanero y la intermedia de reconocer a un corsario. En el caso del ajuntamiento de la Villa y Corte deberemos hablar de corsarios debido por un lado al hábito en los regidores de carecer de ingenio, y por otro al de poseer la patente de corso que otorga ser una carga pública, lo que excluye a los bucaneros.

No obstante, me siento tentado a nombrar a Ana Botella como ingeniosa de la Villa por un hecho asaz retorcido que he podido comprobar de la mano de  un buen amigo, que tiene la desgracia de vivir en esa especie de mingitorio público de suelo empedrado por monos psicópatas y conocido pomposamente como "Madrid histórico". Y viene la explicación:

una buena parte de la calle Los Mancebos, que no tiene salida, hasta hace unos días, disponía de zona de aparcamiento regulada por pastómetro pintada en color verde... botella. La zona albergaba a diario entre 15 y 20 coches las 24 horas. Teniendo en cuenta las tarifas y horarios regulados actuales, cada vehículo estacionado en la zona aportaba una miseria a las arcas del ajuntamiento. 27,75€ si pagaba las 9 horas de aparcamiento o aún menos si disponía del "abono" para aparcar en la zona. Como mucho, 500 eurillos un día por toda la zona. Ná.

Víctimas a la espera del verdugo
Y se destapó el inGenio de la Botella: mandó colocar unas señales y envió un propio con una brocha y un bote de pintura negra para dejar en negro las rayitas en el suelo -de esa zona- que antes fueran verdes. Y las señales dicen que está prohibido estacionar en toda esa zona (salvo que usted vaya con su cochecito los fines de semana a tomarse cosas a los bares y restaurantes de la zona), que la zona es peatonal, aunque está permitida la carga y descarga entre las 7 y las 11 horas. ¡Tachánnn!. Ahora a esperar incautos. La recaudación por multa gorda sin duda aportará más dinero a las arcas que la miseria del pastómetro o el "abono". A la vista de la foto me remito para el cálculo.

Dada la acuciante demanda de plazas de aparcamiento para residentes, a la par que prohibición de construcción de aparcamientos en los edificios de prácticamente la mayoría de las calles de la zona, no hace falta decir que la popularidad de la suegra del señor Agag ha subido muchísimo en el barrio. De hecho hay quien no sólo piensa en ella con ahíta frecuencia, sino hasta en sus ancestros. Otros opinan (con faltas de ortografía, eso sí) que la edil carece de vergüenza.

Pero claro... Madrid es al fin una ciudad de pícaros, y no iba a ser la alcaldesa la única. En las zonas en las que aún permite la buena señora que los pobres dejen sus vehículos, no basta con pagar los impuestos municipales y la Zona de Pastómetro Trincón, sino que con la complacencia (y connivencia) del ajuntamiento de la Villa y Corte, los gorrillas ejercen su pícara actividad, eso si: sin pagar patente alguna.

O esos otros que con un par convierten una zona de circulación en su oficina particular día tras día, libres de patentes ni de corso ni de corsa, ni zonas SER ni NOSER, ni multas ni broncas. Como casi cada mañana puede verse la furgonetilla aparcada en zona de tránsito y el buen señor esperando dentro; se supone que alguna llamada para ganarse unos cuartos.
Sin duda quedará estupendo creer que efectivamente el hombre tiene dificultades y sacar la estampita de la solidaridad y esas cosas. Y como somos dados a ello, pues nada, a sentirnos solidarios también con el gorrilla, pero... ¿y quién se va a sentir solidario con las decenas de vecinos de ese barrio que se han quedado sin lugar para aparcar pese a estar pagando un dinero por ello?. ¿El gorrilla?. ¿El de la furgonetilla?.
¿Acaso la inGeniosa alcaldesa les hará un descuento en la tasa de aparcamiento que los vecinos pagan, por hurtarles por sus bemoles 20 plazas de aparcamiento?.




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