Y es que ciertas cosas no conviene aventarlas en un país en el que la envidia nos corroe, roe y socava. Porque aquella idea, como tantas sobre los dictadores, crean sueños e idearios en la mente de más de uno, no vayan ustedes a creer que no. Esa idea de que cuanto se otea en los horizontes sea propiedad de uno, es tan vieja como el propio mundo.
Al pasar hoy por la puerta del "Parque de bomberos nº 3" (así reza en la fachada) de Madrid, me ha llamado la atención unos reclamos como de billetes al viento, pegados en fachada y puertas de cristal, amén de un par de sábanas manuscritas colgando como al descuido en la propia fachada.
Me he acercado a uno de los bomberos que estaban en la puerta para preguntarle el significado de las cosas anunciadas y el hombre las ha mirado sorprendido y me ha dicho que no sabía quién habría puesto "eso ahí" y que tampoco sabía lo que significaba. Otros compañeros suyos en la puerta subían el labio inferior, arqueaban las cejas, subían los hombros y que ni idea. Vamos, que desconocimiento absoluto del asunto.
Y yo, que además de ser paleto de pueblo, soy pero que muy mal pensao, me he dicho a mi mismo pa mi: "¡Tate!, esto va a ser cosa de los chicos de Cándido y Tojo, que deben andar en desacuerdos con los mandamases". Porque no había nadie de otros bandos en los papelicos más que el personal de la gaviota, y yo me lo he pensao como una indirecta mu directa. Además, la cosa de la sábana, que no me pegaba nada porque el parque de bomberos nº 3 nada tiene que ver con la sanidad, me ha dao la pista de que lo que deben andar haciendo los sindicatos es utilizar los edificios públicos como espacio publicitario de propiedad propia de pa ellos ¡con el precio que tiene la publicidad!.
Al final todo se pega, y va a ser hasta cierto aquello de "igualico, igualico quel defunto del agüelico".
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